viernes, 6 de agosto de 2010

La Educación y la Seguridad Nacional

Más que la brecha entre ricos y pobres, me preocupa la brecha generacional entre padres e hijos, abuelos y nietos, maestros y alumnos.

La brecha generacional que recuerdo se limitaba a diferencias en el gusto por la música y al natural desafío que planteaba a sus padres una juventud que quería explorar su entorno, hacer las cosas a su modo y encontrar su lugar en el mundo, mientras sus mayores procuraban corregirlos y encausarlos.

Hoy, esa misma brecha tiene distintas características, pues no está limitada a diferencias entre padres e hijos. La capacidad de comunicarse, de establecer límites y puentes, y de confiar el uno en el otro no parece ser igual que antes.

Hoy, la violencia común y organizada y las distracciones como el internet, los juegos electrónicos y 150 canales de televisión disponibles las 24 horas, tornan la comunicación mucho más difícil de lo que podía serlo pocos años atrás.

Tornando las cosas más difíciles, muchos padres están ausentes, trabajando en el extranjero. Tíos y abuelos, a menudo con dificultades para encargarse de hijos ajenos, se encuentran con frecuencia frente a la responsabilidad de atender a un niño pequeño o a un adolescente en plena rebeldía.

Ante estos desafíos, los adultos con niños bajo su responsabilidad encuentran grandes dificultades para educarlos. Con adultos no capacitados para guiarlos y orientarlos, los jóvenes quedan a la deriva; sus oportunidades y posibilidades merman; sin entender lo que sucede, siguen alegremente al Flautista de Hamelin.Esta situación debe sonar una alarma que nos llame a todos a la acción.

El incumplimiento de los deberes de tantos afiliados a colegios magisteriales y sus dirigentes debería haber generado una respuesta política con el mayor vigor e ímpetu posibles. Aunque tarde ya, nunca es demasiado tarde para comenzar a revertir negligencias e inoperancias tan trascendentales como las que han ocurrido en nuestro sistema de educación.
Los sistemas complementarios y no formales de educación son más necesarios que nunca. Las iglesias, las organizaciones voluntarias de apoyo a la juventud, los Scouts, los clubes deportivos y las empresas que reconocen su responsabilidad social deben encontrar un liderazgo entre sí y abordar el problema.

¿Qué pasa si no pasa nada?

Si nuestra educación nacional continúa tan desvinculada de la realidad, se ensanchará la brecha entre ricos y pobres, porque mientras los primeros se prepararán para dirigir la fábrica, los segundos apenas serán peones mediocres.

Si nuestra economía no es capaz de reclutar trabajadores capacitados y eficaces, seremos arrollados por la competitividad de los vecinos.

Si los barrios no pueden identificar sus áreas verdes, no podrán habilitarlas para ofrecer sitios de esparcimiento y de unión para sus familias.

Si las empresas con responsabilidad social no reconocen la relación entre el bienestar de la comunidad y las oportunidades de crecimiento para la empresa, no habrá crecimiento ni empresa.

Si La República no se fortalece con hondureños inteligentes, capaces, patriotas y valientes, El Salvador y Guatemala se disputarán el Valle de Sula y sus alrededores, y Nicaragua se quedará con la Mosquitia, Olancho, Puerto Castilla y Choluteca.

Las iglesias deben fortalecer espiritualmente a jóvenes y adultos. Los maestros deben quedarse en las aulas o salir del sistema. Los muchachos deben aprender sobre finanzas familiares, administración de proyectos y planificación estratégica.

El Movimiento Scout debe tener presencia en toda Honduras. Honduras necesita tener más Scouts para que niñas, niños, jóvenes y adolescentes crezcan fortalecidos con sus valores, sean responsables y se conviertan en grandes líderes. Si se unen al Movimiento, se divertirán aprendiendo y sirviendo.Debemos inculcar a nuestros hijos y nietos que los adultos tenemos el deber de ayudarles a crecer, y demostrárselo. Aún así, no debemos olvidar que todos los esfuerzos de los adultos darán el fruto deseado únicamente si los mismos niños ponen de su parte con entusiasmo y deseo de superación.

Las familias cohesionadas siguen ofreciendo mejores oportunidades de superación a sus hijos. Es por ello que está en el interés nacional que todos apoyemos a los padres que han emprendido una lucha para renovar y adecentar el sistema de educación en Honduras.
Esa lucha es titánica dada la indiferencia de tantos. Transformemos esa indiferencia en solidaridad. Después de todo, hay sabiduría en aquel refrán que dice, "hoy por tí, mañana por mi". Es ahora o nunca.

"Soñaba el abad de San Pedro; y yo también sé soñar"

miércoles, 4 de agosto de 2010

Elogio a ser Burgués

No deja de sorprenderme cuán común es que un insulto frecuente entre hondureños sea referirse al otro como "¡Qué Indio...!" Es decir, "Somos hondureños, y por lo tanto, somos tontos, inferiores y feos". Quien niegue que esa es, mas o menos la connotación de insultarnos así, que lo señale y demuestre lo contrario.

"Cariño no quita conocimiento", dice un refrán. Los hondureños no son sofisticados ni muy cultos. Su memoria colectiva es muy corta y no son muy conocidos entre las naciones, especialmente después de nuestro pésimo papel en la Copa del Mundo. Estamos lejos de ser como debemos ser.

Sin embargo, nuestros logros nacionales no son despreciables. Hemos revertido los indices de analfabetismo en menos de 30 años; hemos mejorado sustancialmente nuestra expectativa de vida y el acceso a la educación; hemos logrado mantener a raya epidemias y pandemias que según expertos, nos iban a diezmar, como el cólera, por ejemplo. Incluso manejamos mil veces mejor el desastre causado por Mitch y la Tormenta Tropical 16 que como Estados Unidos manejó a Katrina y el pozo petrolero de BP.

Aunque, repito, estamos lejos de ser lo que podemos ser, no estamos tan mal como muchos dicen que estamos. En Honduras es posible enviar a los hijos a estudiar; si lo aprovechan, mejoran sustancialmente sus condiciones de vida. La movilidad social ascendente en Honduras es una realidad y es el origen de la clase media hondureña.

Esa movilidad social el mismo fenómeno que ocurrió en la Europa feudal cuando, a través del Renacimiento, avanzó hacia nuevos paradigmas de organización política y social.

A medida que los habitantes de los burgos se incorporaban de manera independiente a la actividad económica, la riqueza comenzó a circular y a cambiar de manos sin cambios políticos violentos. Un pueblo que se educa, prospera, y al prosperar, sus necesidades también avanzan para producir arte, cultura, desarrollo humano.

Es por eso que ser burgués puede ser solamente un adjetivo positivo. No tengo porqué avergonzarme de los méritos y los logros de mis padres. Todo lo contrario: me enorgullecen. Su trabajo fue constante; su empeño inclaudicable; su dedicación encomiable. Ellos superaron la base que les dejaron sus padres. A mi me corresponde superar la que lograron los míos. Si mis hijos no superan lo que yo les deje, habré fallado yo o habrán fallado ellos.

El bienestar y la prosperidad que generan la actividad privada es el caldo de cultivo para el desarrollo del arte, de la cultura; del urbanismo y la arquitectura; de la ciencia y la tecnología. La calidad de nuestras vidas se define en gran medida por nuestras capacidades económicas; la felicidad, por nuestro avance espiritual.

La justicia social será el resultado de una interacción adecuada de todos los elementos que conforman el Estado: el Poder y los Gobernados respetándose mutuamente; y ambos haciendo uso correcto del territorio y sus recursos. El Estado Paternalista no trae felicidad; el Estado Socialista no trae prosperidad.

Es por eso que así como no debe ofenderme que me digan "indio", tampoco me doy por aludido cuando emplean el término "burgués" en sentido peyorativo. Me enorgullece ser burgués. Me complace que se diseñen campañas publicitarias para atraer mi atención; aprecio las exposiciones temporales y permanentes que se exhiben en nuestros museos; procuro actualizarme para mejorar mi capacidad de aprovechar oportunidades.

Se que la generalización del bienestar me favorece porque me permite participar de un pastel más grande que ajuste para más. Pero además de la conveniencia propia, espero por el beneficio de los demás, que salgamos de la pobreza, que más hondureños encuentren la forma de vivir mejor, de no ser presas fáciles de políticos y "revolucionarios" sinvergüenzas. Espero poder contribuir al bienestar y grandeza de Honduras. Espero que podamos lograrlo.

Sin cambiar la Constitución.

¡Vendrán Tiempos Mejores!

¡Vendrán Tiempos Mejores!
A few clouds over an overwhelmingly blue sky