En la lengua hebrea, toda palabra tiene una raíz, por lo
general de tres letras, y es una derivación de esa misma raíz, de tal manera
que conforme se acomodan las letras de esa raíz y sin modificar su orden adoptan
un patrón con otras letras que actúan como auxiliares, puede determinarse su
significado, infiriéndolo, así no se conozca esa palabra.
El vocablo “paz” en hebreo, es una derivación de la raíz
cuyo significado es “plenitud”. Así, la paz, en hebreo, es una derivación de la
plenitud
Si traspolamos ese concepto a la realidad hondureña, vemos
ausencia de paz a pesar que no estamos en tiempo de guerra.
No tenemos paz.
Si no tenemos paz, tampoco tenemos plenitud. ¿Qué nos falta?
Vayamos al origen: la familia. En proporciones demasiado
grandes, nuestras familias son conducidas por mujeres solteras o por hermanos
mayores. No hay el equilibrio que dan el rigor y el amor que solamente en
conjunto, ambos padres pueden dar de manera plena.
Sin amor y sin rigor, no hay nutrición para el alma, ni para
el cuerpo. No hay un cerco que proteja a los niños, ni los conduzca a la
escuela, a la auto-estima, a la disciplina.
En cambio, tenemos “padres” y madres lejanas que envían
dinero y hacen posible que centenares de miles de niños y jóvenes puedan vivir
sin estudiar y sin trabajar, y tengan, muchos de ellos, televisores plasmas y
zapatos caros, sin que les cueste.
A los hondureños parece no costarnos las libertades de las
que gozamos. Seguramente, una vez que el pueblo cubano se libere (o sea
liberado) del sistema que restringe sus libertades, florecerá y encontrará
prosperidad rápidamente, pues sabe que la libertad es cosa buena y la gozará
plenamente. Nosotros, en cambio, hemos caído en la oclocracia.
Nuestros vecinos también tienen mucho para enseñarnos. En
Nicaragua, el delito violento no se ha arraigado. Sin embargo, ocurre otro
fenómeno: los homicidios aunque escasos, suelen ser parricidios. Es decir, la
esposa mata al marido o el marido a la mujer.
En El Salvador, a pesar de tantas dificultades y tensiones
entre los partidos tradicionales y el FSLN, ellos son capaces de sentarse a
negociar y a alcanzar acuerdos. Saben deponer algunas pretensiones y ceder en
algo para no perderlo todo.
Y Guatemala, que debería ser nuestro “Grito de Guerra”.
Guatemala trajo para sí una CICI para investigar los abusos y crímenes durante
la guerra y gradualmente ampliaron sus alcances. Ahora es fácil entender porqué
el gobierno entrega hondureños a Estados Unidos para que los juzguen, pero se
niega a permitir que extranjeros vengan aquí a investigarnos.
Dice un médico que conozco porque ayuda a las personas que
son obesas a encontrar un estilo de vida saludable, que en nuestras vidas
tenemos distintos aspectos que se desarrollan simultáneamente: la salud, la
familia, las amistades, las finanzas, la espiritualidad y el trabajo.
Todos esos aspectos deben estar en equilibrio, unos con otros.
Deben balancearse para que de cada cosa tengamos en la justa medida.
En la vida de las naciones, también tenemos prácticamente
esos mismos aspectos que cuidar. La salud, depende en gran medida de nuestra
educación, porque a mayor escolaridad, mejor comprenderemos cómo funciona
nuestro organismo y así lo cuidaremos con mayor efectividad.
La escolaridad la adquirimos durante nuestra juventud cuando
DEBERÍAMOS tener a nuestros padres para que nos apoyen a alcanzarla. Ese es
nuestro trabajo idóneo cuando niños, adolescentes y jóvenes.
Ya adultos, el trabajo nos permite ser quien elegimos ser.
Es a través de la moral y los demás elementos del éthos de nuestras etnias que llegaremos
a ser quien DECIMOS ser, porque a eso nos conduce la espiritualidad: a la
plenitud y a la paz.
Sabemos que debemos resolver los problemas que se derivan de
nuestros desequilibrios; esos desbalances que nos llevan a vivir en la
oclocracia, a fomentarla y a haber echado raíces. El problema es que no sabemos
cómo hacerlo.
No sé cómo es que debemos enfrentar nuestra indignación para
hacer que rinda frutos. Pero sé que peleando entre nosotros y buscando levantar
la cabeza sobre los demás, no lo vamos a lograr.
Los cardúmenes que se agrupan para salvarse de tiburones y
ballenas aprenden a nadar de manera sincronizado. El que intenta sobresalir
será devorado por el enemigo y dejará enlutado a sus amigos.
Si buscamos Plenitud, encontraremos Paz.