Entre las pocas cosas en que coinciden los "golpistas" y los "golpeados" es sobre lo que ambos denominan un 'despertar' del pueblo.
Cada grupo está convencido de que el pueblo ha despertado y que no permitirá más abusos de los gobernantes. Espero sinceramente que eso sea verdad.
Aunque no veo condiciones que produzcan una guerra civil en el corto ni en el mediano plazo, verdaderamente es el momento para que la ciudadanía hondureña asuma el papel que le corresponde al electorado en toda democracia moderna y viable. Sin embargo, persiste el tema de una incondicional "reconciliación" a partir de la cual es que Honduras podrá comenzar su camino hacia el éxito.
Esa reconciliación es más bien una fuente de discordia.
Mientras un segmento de la sociedad, predominantemente integrado por la Clase Media, ve el "despertar" como la convicción de que ellos deben involucrarse más en política y de hacerse escuchar más y mejor tanto en los partidos políticos tradicionales como en las esferas de gobierno, el otro segmento ve ese "despertar" como la convicción de que debe 'refundarse' a Honduras mediante la disolución de la República y la fundación de otra a partir de una nueva Constitución que garantizaría la verdadera justicia social y el fin de la pobreza y las inequidades.
Por supuesto, aunque podría considerarse peligroso tomar partido tan temprano, creo que puede serlo también no escoger un bando. Ante ello, yo ya he hecho conocida mi postura y creo que nuestra democracia puede cambiar desde adentro, sin revoluciones drásticas o violentas.
Pero sí necesitamos hacer cambios, rápidamente. Necesitamos replantearnos la forma de alcanzar el ideal que queremos para Honduras.
A manera de ejemplo: ¿Es adecuada nuestra división política en 298 municipios? ¿Porqué no reconocemos personalidad jurídica a los departamentos? ¿Prosperaremos si cada departamento se gobierna solo, con autoridades electas y presupuestos autónomos? Y si tuvieramos 18 entidades verdaderamente funcionales, ¿tendremos que modificar nuestro poder legislativo para que los Departamentos también estén representados en el Congreso?
Debemos plantearnos estas preguntas, y muchas más. Debemos también plantearnos una actitud crítica de las actuaciones del gobierno; una autogestión en la que hagamos más por nosotros mismos en lugar de que venga el Gobierno a hacer las cosas por nosotros; que creamos que podemos y merecemos triunfar con fundamento en educarnos, formarnos y forjarnos, y dar buen ejemplo a nuestros hijos, sobrinos, nietos y vecinos.
La Resistencia también es de hondureños. No debemos negar su existencia y debemos valorar en su justa medida su importancia política. Aunque fueron fundamentales en la victoria electoral de Pepe Lobo, exhiben carencias para formular una estrategia coherente con un proyecto político autónomo.
Si la Resistencia se presenta como una agrupación de la Izquierda Hondureña, la fragmenta aún más; si plantea una visión nacionalista, se contradice al idolatrar la figura de Hugo Chávez y sus satélites. Y si pretende fortalecer la institucionalidad hondureña, fracasa porque se ha aliado con entidades desordenadas e irresponsables que le ganan el repudio de quienes podríamos considerar discutir alianzas con ellos. No se perciben como aliados deseables por la actitud de su su liderazgo y la conducta de su membresía; ambos son impulsivos e inmaduros.
Aún así, su existencia real es necesaria, siempre que pueda sosegarse, agruparse, tornarse selectivos respecto de su membresía, y luego formular posturas críticas para desarrollar planteamientos viables.
Los "blancos" también deben organizarse aún más. Los 'pobres' y los 'ricos' están organizados políticamente. La Clase Media no lo está y debe hacerlo. Los partidos políticos deben convertirse en la arena en la que debe conquistarse el escenario político con el liderazgo de una clase media que asuma un papel que le permita avanzar en su propia movilidad social ascendente y no solo no impedir, sino que más bien IMPULSAR la movilidad social ascendente de aquellos que aún califican como 'pobres'.
En parte, el éxito se mide en términos financieros, pero no es el único parámetro de evaluación. Ni el más importante tampoco.
Sabremos si hemos tenido éxito cuando más y más hondureños puedan ver a los ojos al encuestador y respondan, "Sí. Soy Feliz".